Clásicamente se consideraba la depresión como un simple estado de ánimo que afectaba únicamente a las sensaciones del individuo. Sin embargo, hoy en día está demostrado que puede dar lugar a alteraciones orgánicas, como la enfermedad cardiovascular. Se sabe que puede haber afectación del corazón por depresión.
La depresión es un factor de riesgo independiente para la enfermedad coronaria y el infarto de miocardio. Por otro lado, se ha comprobado que el aislamiento social puede causar insuficiencia cardiaca. Además, la depresión empeora el pronóstico de los pacientes con patología cardiovascular.
Síntomas de la depresión
Las personas con depresión tienen un estado de ánimo triste, ansioso y pesimista de forma mantenida. Esto se suele acompañar de diversos síntomas que no están relacionados con ninguna alteración orgánica. Así, los pacientes deprimidos suelen tener dolores de cabeza, molestias abdominales, trastornos digestivos, dolores osteomusculares, etc., sin que se encuentre la causa de los mismos. Sin embargo, la depresión se acompaña de alteraciones hormonales que pueden favorecer a la larga la aparición de arteriosclerosis y sus consecuencias. Por todo ello, es necesario tomar medidas para prevenir la depresión, diagnosticarla precozmente y tratarla convenientemente.
La depresión no se manifiesta de igual forma en todas las personas. Existen varios tipos de depresión y, en cada uno de ellos, su intensidad puede variar desde leve a severa. Los sentimientos más típicos son la tristeza, ansiedad, pesimismo y desamparo. Además, el paciente depresivo suele tener decaimiento, fatiga, insomnio, pérdida de interés por las cosas, dificultad para concentrarse y recordar, pérdida de apetito y pensamientos de suicidio.
La depresión es un problema muy frecuente en la sociedad actual. Se observa en ambos sexos y en todas las capas sociales, aunque es más frecuente en las mujeres y en los individuos con peor nivel socioeconómico. La prevalencia de la depresión es cada vez mayor y se cree que en pocos años será la segunda causa de incapacidad, tras las enfermedades cardiovasculares. Las personas deprimidas suelen tener síntomas parecidos a los de los pacientes cardiópatas, incluso aunque no tengan enfermedad del corazón. Es frecuente que refieran sensación de ahogo o de falta de aire, dolor en la región anterior del tórax y palpitaciones. En muchas ocasiones presentan frecuencia cardiaca elevada, la cual se denomina «taquicardia de ansiedad» y produce sensación de palpitaciones rápidas. El dolor intenso en la región del corazón simula a veces el dolor de un infarto de miocardio.
Por todo esto, las personas deprimidas son referidas con frecuencia a la consulta del cardiólogo o a los servicios de urgencia. En la mayoría de los casos, los individuos deprimidos que presentan estos síntomas no padecen enfermedad alguna. Sin embargo, se recomienda que sean estudiados con precaución dada la asociación de la depresión con la enfermedad cardiovascular. Los deprimidos también tienen infartos y otros problemas cardiacos.
Afectación del corazón
La depresión supone un estrés psíquico mantenido que puede afectar al sistema cardiovascular debido a la liberación constante de hormonas. La depresión se asocia habitualmente a una frecuencia cardiaca elevada, la cual es un factor de riesgo para desarrollar enfermedad cardiovascular. Las personas deprimidas se cuidan menos, no suelen practicar ejercicio físico regularmente, ni llevar una dieta sana y con frecuencia no se toman la medicación convenientemente.
Todo ello puede explicar la mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares en pacientes con depresión. Por último, desde hace mucho tiempo se sabe que muchos pacientes que padecen del corazón, sobre todo después de un infarto de miocardio, desarrollan depresión sin un motivo aparente. Además, estos pacientes tienen peor pronóstico que los que no presentan depresión. Incluso se ha observado una mayor incidencia de muerte súbita en los pacientes con depresión mayor.
Por todo lo comentado, se hace necesario prevenir la depresión, diagnosticarla precozmente y tratarla convenientemente. Para ello hay que aplicar las correspondientes medidas sociales, psicológicas y farmacológicas. Las personas con depresión y enfermedad cardiovascular deberían tener asistencia por psicólogo, psiquiatra y cardiólogo. En estas personas deben estimulase los pensamientos positivos, las responsabilidades de la vida normal, la aceptación de sí mismo y el control de las emociones. Además, se le recomienda la práctica habitual de ejercicio físico, la dieta sana, evitar el tabaco, visitar periódicamente a los médicos y terapeutas, y seguir los tratamientos que éstos le indiquen.