Bradicardia sinusal y ejercicio físico

Bradicardia sinusal, ejercicio físico y deporte

Deporte

Es conocida la relación entre bradicardia sinusal y ejercicio físico. La bradicardia sinusal se define como un ritmo cardiaco que tiene un origen normal (el nodo sinusal) y una frecuencia inferior a 60 latidos por minuto (lpm). La frecuencia cardiaca depende del ritmo de descarga del nodo sinusal. Este ritmo está condicionado por el estímulo nervioso (el equilibrio entre el simpático y el vago) y las hormonas circulantes (principalmente las catecolaminas). Hay personas sin patología que tienen una frecuencia cardiaca lenta por naturaleza. En el caso de las personas que practican ejercicio físico o algún deporte regularmente es posible que la frecuencia cardiaca sea lenta debido a la adaptación al entrenamiento.

Por lo tanto, la bradicardia sinusal es común en los atletas. La frecuencia cardiaca lenta del deportista es causada, fundamentalmente, por el aumento del tono vagal secundario al acondicionamiento físico, por lo que se considera fisiológica. La respuesta de la frecuencia cardiaca al entrenamiento depende del individuo. La mayoría de los deportistas tiene una bradicardia sinusal ligera, pero algunos pueden llegar a tener frecuencias cardíacas pronunciadas, incluso de 30-40 lpm en reposo, lo que se suele observar en los atletas altamente entrenados. En estos atletas es posible encontrar frecuencias cardiacas inferiores a 30 lpm durante el sueño.

La bradicardia sinusal se considera una respuesta normal al entrenamiento en la mayoría de los deportistas. Algunos llegan a tener pausas significativas que generalmente terminan con latidos de escape provenientes del nodo aurículoventricular o de las partes bajas de las aurículas. Aunque esto podría tener un significado patológico en un individuo no deportista, se considera un fenómeno normal en los atletas con bradicardia sinusal marcada. Habitualmente, estos atletas no tienen dificultad para incrementar su frecuencia cardiaca cuando realizan ejercicio físico.

 

Evaluación del deportista con bradicardia sinusal

La evaluación del atleta con bradicardia sinusal debe comenzar con una historia clínica en la que se valoren los antecedentes familiares y personales. Asimismo, debe determinarse si el atleta tiene síntomas relacionados con la bradicardia (sobre todo mareo, pérdida de consciencia, dificultad para respirar y/o debilidad). Luego se debe practicar un examen físico y un electrocardiograma. Si con todo esto se sospecha que puede haber alguna anomalía, se deberá realizar un ecocardiograma. En ciertos casos, será necesaria una prueba de esfuerzo. Con estas pruebas se podrá descartar la presencia de una enfermedad cardíaca estructural subyacente.

En caso de que se descubra una cardiopatía, el atleta deberá ser sometido a las exploraciones, tratamientos y actitudes ante el deporte que correspondan. Si no se objetiva cardiopatía, el atleta podrá continuar su actividad deportiva con normalidad. Si refiere limitación física durante el ejercicio, puede estar indicado realizar una prueba de esfuerzo para valorar la respuesta de la frecuencia cardiaca al ejercicio. Asimismo, puede ser útil un registro Holter de 24 horas para comprobar los cambios de la frecuencia cardiaca durante el día y las noche.

Muchas personas, deportistas o no, acuden al cardiólogo por bradicardia sinusal. Es frecuente realizarles un Holter para comprobar la frecuencia cardiaca durante las 24 horas del día. En los deportistas lo más habitual es encontrar una frecuencia cardiaca media inferior a 60 lpm, con aumentos momentáneos de la frecuencia cardiaca en respuesta a la actividad física o por situaciones de estrés o nerviosismo. También es normal encontrar una frecuencia cardiaca más lenta cuando el individuo está relajado y, sobre todo, cuando está durmiendo. Asimismo, en el deportista es común observar arritmia sinusal, la cual no tiene significado patológico.

El Holter del atleta puede mostrar pausas mayores de 2 segundos, aunque generalmente son menores de 3 segundos, y se consideran como respuesta fisiológica al acondicionamiento deportivo. Las pausas de mayor duración pueden ser también secundarias al entrenamiento, pero deben vigilarse más estrechamente. Sin embargo, si la bradicardia sinusal o las pausas producen síntomas, deben consideran anormales y pueden requerir la ampliación de los estudios. En estos casos, los atletas deben tener hecho un electrocardiograma, Holter de 24 horas, ecocardiograma y prueba de esfuerzo. Estos estudios deben realizarse también en deportistas sin síntomas que presentan frecuencia cardíaca en reposo inferior a 30 lpm o pausas de más de 3 segundos.

En situaciones excepcionales, los deportistas deben ser sometidos a otro tipo de pruebas. Como resonancia magnética, tomografía computarizada, estudio electrofisiológico o coronariografía. Estas técnicas se reservan para aquellos que presentan síntomas por bradicardia extrema o pausas muy largas, y muestran datos patológicos que así lo requieran en el electrocardiograma, Holter, ecocardiograma o prueba de esfuerzo.

 

Manejo de la bradicardia sinusal del deportista

La gran mayoría de deportistas que presentan bradicardia sinusal no requieren tratamiento específico ni se les debe limitar el entrenamiento físico ni la participación en competiciones. Debe considerarse que el atleta bien entrenado presenta bradicardia sinusal como respuesta normal al acondicionamiento físico y no supone ningún tipo de patología ni limitación.

Los atletas con síntomas relacionados con la bradicardia sinusal secundaria al acondicionamiento físico deben disminuir el nivel de entrenamiento y valorar la respuesta. Lo lógico es que la frecuencia cardiaca aumente al reducirse el entrenamiento, y los síntomas desaparezcan. Si es así, no hay que realizar otros estudios ni limitar más al deportista. En caso de que la bradicardia y los síntomas persistan a pesar de la reducción del entrenamiento físico, hay que someter al atleta a pruebas más profundas, como se comentó en al apartado anterior.

Si en los estudios se encuentra alguna patología, deberán aplicarse las correspondientes medidas diagnósticas y terapéuticas, y hacerse las recomendaciones pertinentes sobre el deporte, todo lo cual depende de la patología en cuestión. En cualquiera de los casos, si no se encuentra causa corregible y el deportista continúa con síntomas por bradicardia o pausas importantes a pesar de reducir o, incluso, suspender el entrenamiento, puede ser conveniente implantar un marcapasos permanente, aunque esto rara vez es necesario. El deportista con marcapasos podrá reincorporarse a los entrenamientos con normalidad, con las pequeñas limitaciones que el marcapasos requiere.