Corazón del atleta

Corazón del atleta

Deporte

El corazón de un atleta puede presentar cambios estructurales y eléctricos similares a los que se observan en algunas enfermedades del corazón, dificultando la diferenciación entre las dos situaciones. Son muchos los estudios que se han realizado para intentar establecer los criterios que permitan diferenciar el corazón del atleta del corazón enfermo. A pesar de ello, todavía es difícil asegurar el diagnóstico en muchos casos.

 

Cambios en el corazón del atleta

El corazón del atleta puede presentar hipertrofia, dilatación y alteraciones en el electrocardiograma, cambios que se consideran benignos o normales como respuesta al entrenamiento. Estos cambios pueden simular a los que se producen en diferentes enfermedades del corazón, sobre todo a los de las miocardiopatías. Este hecho hizo que en algún momento en el pasado se hayan definido como situaciones pre-clínicas, pero actualmente se consideran cambios fisiológicos. Sin embargo, no existe una prueba diagnóstica que permita asegurar el significado exacto de las alteraciones cardíacas del atleta.

Todo atleta debe someterse a una valoración previa al entrenamiento y a la participación en competiciones. En esta valoración se incluye una historia clínica con sus antecedentes personales y familiares, su sintomatología y una exploración física. Además, es recomendable que se le haga un electrocardiograma. En caso de que el atleta vaya a realizar ejercicios intensos o participe en competiciones, es aconsejable que se le practique un ecocardiograma y una prueba de esfuerzo. En cualquiera de estas exploraciones pueden aparecer alteraciones similares a las de las miocardiopatías y otras patologías cardíacas.

La introducción de nuevos métodos diagnósticos, como la resonancia magnética y la tomografía computarizada, en el estudio de las cardiopatías, ha permitido conocer con mayor precisión las alteraciones cardíacas del atleta. Sin embargo, con estas técnicas también se han definido criterios diagnósticos que tampoco permiten asegurar si las citadas alteraciones son consecuencia del entrenamiento o constituyen verdaderas cardiopatías. El uso de pruebas genéticas permite detectar la presencia de genes defectuosos característicos de las cardiopatías hereditarias. Pero tampoco sirven para asegurar el origen de las anomalías en todos los casos.

 

Conclusiones

En conclusión, a pesar de los avances diagnósticos, todavía existe una zona gris en la que no es posible diferenciar la adaptación fisiológica del corazón del atleta de las alteraciones de ciertas enfermedades del corazón. Esto da lugar a errores diagnósticos en ambos sentidos. Para el médico puede ser más fácil desaconsejar la actividad deportiva si se observan alteraciones significativas en las pruebas. Pero para el atleta esto puede suponer una traba importante en su vida dedicada al deporte. En el lado opuesto está el considerar que las alteraciones son fisiológicas y permitir practicar la actividad física a una persona en riesgo de muerte súbita. Se necesita, pues, continuar investigando para encontrar procedimientos diagnósticos que hagan más fácil la diferenciación. Mientras, habrá que soportar un pequeño margen de error diagnóstico y correr con los consecuentes riesgos.