Deporte y frecuencia cardiaca

Deporte y frecuencia cardiaca

Deporte

Está ampliamente demostrado mediante estudios epidemiológicos que la frecuencia cardiaca en reposo o basal es un factor pronóstico de la salud cardiovascular. La frecuencia cardiaca en reposo se relaciona directamente con la probabilidad de desarrollar enfermedad coronaria y de sufrir muerte cardiaca. Es conocida la relación entre deporte y frecuencia cardiaca.

Las personas con una frecuencia cardiaca basal superior a 80 latidos por minuto tienen aumentado el riesgo de sufrir hipertensión arterial, infarto de miocardio y muerte de causa cardiovascular. Por el contrario, la reducción de la frecuencia cardiaca se relaciona con un mejor pronóstico en pacientes con cardiopatía isquémica o insuficiencia cardiaca.

En los pacientes cardiológicos se intenta reducir la frecuencia cardiaca mediante fármacos. Sin embargo, también es posible disminuirla mediante la práctica habitual de ejercicio físico aeróbico. El entrenamiento aeróbico regular reduce la frecuencia cardiaca en reposo y durante el ejercicio, lo que puede explicar, al menos en parte, el mejor pronóstico de las personas (sanas o con enfermedad cardiaca y tanto en cuanto a su estado de salud como a su supervivencia) que practican deporte habitualmente o siguen un programa de rehabilitación cardiaca.

El aumento de la frecuencia cardiaca en reposo incrementa la morbilidad y la mortalidad de las personas, no solo de las que padecen una cardiopatía sino también de las que están sanas. Al aumentar la frecuencia cardiaca, se incrementa el consumo de oxígeno en el corazón, se reduce el aporte de oxígeno al miocardio y se favorece la aparición de arritmias ventriculares y el desarrollo y rotura de las placas de ateroma.

 

Reducir la frecuencia cardiaca.

En un estudio reciente se ha demostrado que los pacientes con una frecuencia cardiaca en reposo inferior a 70 latidos por minuto tienen una menor incidencia de infarto de miocardio, de necesidad de revascularización coronaria y de muerte.

De lo comentado arriba, se deduce la importancia que supone intentar reducir la frecuencia cardiaca en reposo de todas las personas. Máxime en las que padecen una cardiopatía o tienen importantes factores de riesgo cardiovascular. Para ello, pueden emplearse fármacos tales como los betabloqueantes, verapamil, diltiazem o ibravadina.

Sin embargo, estos medicamentos tienen efectos secundarios y únicamente deben utilizarse cuando están indicados por una enfermedad cardiaca y siempre bajo la supervisión de un cardiólogo. Por ello, el mejor método y más inócuo para intentar reducir la frecuencia cardiaca es mediante la práctica regular de deporte aeróbico (correr, nadar, remar o montar en bicicleta).

El entrenamiento aeróbico regular conduce a una reducción de la frecuencia cardiaca, tanto en reposo como con el esfuerzo submáximo (inferior al 85% del máximo). En una persona bien entrenada, la frecuencia cardiaca en reposo puede estar entre 50 y 60 latidos por minuto.

En deportistas muy entrenados con ejercicios aeróbicos de larga duración, como son los ciclistas o los que practican maratón, la frecuencia cardiaca llega a reducirse mucho más, hasta ser de 35 a 40 latidos por minuto.

 

Conclusión

A pesar de que la frecuencia cardiaca es menor, el gasto cardiaco no disminuye debido a que en estos deportistas el volumen de sangre que expulsan los ventrículos con cada latido se incrementa proporcionalmente. Por lo tanto, con menos latidos tienen el gasto cardiaco que necesita su organismo. Por ello, estos cambios que se observan en los atletas son parte del corazón del deportista y no se consideran anormales.

En conclusión, con la práctica regular de ejercicio físico aeróbico conseguiremos reducir la frecuencia cardiaca y, así, tendremos una mejor salud cardiovascular. Como se deduce de los estudios sobre el tema, cuanto más entrenada está una persona menor es su frecuencia cardiaca en reposo y, por ello, menor será la probabilidad de padecer enfermedad coronaria, infarto de miocardio y muerte cardiovascular. Podemos concluir diciendo que cuanto más despacio va el corazón, mayor será su duración.