La diabetes favorece la enfermedad vascular por diversos mecanismos. La consecuencia de esto es la aparición de aterosclerosis en diferentes arterias, pudiéndose afectar cualquier territorio vascular del organismo. Las arterias que más frecuentemente sufren la aterosclerosis de la diabetes son las coronarias, las cerebrales y las arterias de las extremidades inferiores.
Diabetes y enfermedad vascular
La diabetes se asocia a un estado inflamatorio generalizado, ya que en la sangre aumentan los mediadores de la inflamación. Entre ellos destaca el factor de necrosis tumoral alfa y las citoquinas proinflamatorias. Estas sustancias llegan a lesionar la pared de las arterias y a dar lugar a aterosclerosis.
Por otro lado, el aumento de la glucosa también contribuye a producir lesión arterial, así como el incremento del colesterol en la sangre, lo que es frecuente en la diabetes. La afectación de las coronarias por la aterosclerosis termina produciendo angina de pecho e infarto de miocardio. La afectación de las arterias cerebrales conduce a ictus. Y la obstrucción de las arterias de las extremidades inferiores puede dar lugar a gangrena en las piernas.
Diabetes y enfermedad coronaria
Los diabéticos tienen de 2 a 4 veces más riesgo de enfermedad coronaria que las personas no diabéticas. Los hombres diabéticos tienen un riesgo de infarto de miocardio claramente superior al de los no diabéticos. En la población general, las mujeres presentan un riesgo menor de infarto que los hombres. Esto es probablemente por la protección relativa que producen las hormonas femeninas. Las mujeres suelen sufrir enfermedad coronaria unos 10 años después que los hombres. Sin embargo, la diabetes contrarresta este beneficio y las mujeres diabéticas tienen mayor riesgo de infarto de miocardio que los hombres y mujeres no diabéticos.
En algún estudio, incluso, se ha observado mayor riesgo de infarto de miocardio en mujeres diabéticas que en hombres diabéticos. La probabilidad de que un diabético previamente sano sufra un infarto es la misma que la de un paciente no diabético que ha tenido ya un infarto de miocardio. Por otro lado, se ha observado que los diabéticos más jóvenes tienen mayor mortalidad por infarto que los de edad superior. Por último, los diabéticos que han tenido un infarto de miocardio tienen también más riesgo de ictus, insuficiencia cardiaca y muerte cardiovascular.
Diabetes y enfermedad cerebrovascular
La prevalencia del ictus en las personas diabéticas es el triple que la de los no diabéticos y la incidencia hasta 4 veces superior. Los diabéticos que tienen más riesgo de ictus son los que sufren una diabetes más severa y los que presentan resistencia a la insulina. La diabetes reduce la edad de presentación del ictus, de manera que los diabéticos de menos de 55 años tienen un riesgo de ictus 10 veces superior al de los no diabéticos de la misma edad.
Muchos estudios han demostrado que la diabetes incrementa el riesgo de ictus más en las mujeres que en los hombres. Además, las mujeres diabéticas tienen un riesgo de muerte por ictus superior al de los hombres diabéticos. Entre los individuos que ya han sufrido un ictus, los diabéticos también tienen mayor riesgo de repetición del ictus que los no diabéticos. Por otro lado, se sabe que la enfermedad de las arterias cerebrales puede conducir a demencia y este riesgo es mayor en personas diabéticas.
Diabetes y enfermedad arterial en extremidades inferiores
La diabetes también incrementa de 2 a 4 veces la incidencia de enfermedad arterial en extremidades inferiores y otras arterias del cuerpo. La prevalencia de enfermedad arterial periférica en los diabéticos es superior al 12%, variando según las regiones, llegando hasta el 30% en algunas áreas geográficas. La prevalencia y severidad de la enfermedad arterial periférica es directamente proporcional al grado de hiperglucemia y al tiempo de evolución de la diabetes. La afectación de las arterias de las extremidades inferiores es más difusa y con más calcificación vascular en los diabéticos que en las personas no diabéticas.
Entre las personas con enfermedad de las arterias de las extremidades inferiores, los diabéticos presentan claudicación intermitente con más frecuencia e intensidad que los no diabéticos. La isquemia severa en las extremidades y el riesgo de amputación también son más frecuentes en los diabéticos, sobre todo en los varones. Las personas diabéticas tienen un riesgo de amputación de un miembro 12 veces mayor que las no diabéticas, riesgo que es hasta 23 veces mayor en las personas diabéticas de 65 años o más. La isquemia en extremidades inferiores producida por la diabetes es la causa más frecuente de amputación en algunos países.
Conclusión
De todo lo anteriormente expuesto se deduce la necesidad de aplicar estrictamente las medidas preventivas en las personas diabéticas. En algunos lugares llama la atención la escasa consciencia de los diabéticos en cuanto a su cuidado, de manera que no siguen bien la dieta, no practican ejercicio físico y, lo que es peor, muchos son fumadores. Esto incide en la necesidad de verdaderos programas de educación sanitaria dirigidos a la población diabética. Debe concienciarse a los diabéticos que es vital para ellos aplicarse a rajatabla la medidas de prevención cardiovascular, debiendo seguir una dieta pobre en grasas saturadas y azúcares refinados, y rica en vegetales y pescado, así como practicar ejercicio físico regularmente y, por supuesto, no fumar nunca.