Aislamiento social y la insuficiencia cardiaca

El aislamiento social como causa de insuficiencia cardiaca

Cardiopatías

El aislamiento social y la insuficiencia cardiaca están íntimamente asociados. En diversos estudios se ha observado que la frecuencia y calidad de las interacciones sociales se relacionan con menos enfermedades cardiovasculares y una mayor esperanza de vida. El envejecimiento suele conllevar la reducción de las relaciones sociales como consecuencia de la viudez, la pérdida de amigos o la capacidad limitada para viajar.

Por ello, muchas personas mayores creen que su estatus social es insatisfactorio. Esta situación se está extendiendo cada vez más debido al envejecimiento de la población en muchos países.

En 2020, además, la pandemia por COVID-19 ha intensificado el aislamiento social de las personas, sobre todo de los ancianos, que son más vulnerables a esta enfermedad. La implantación de las medidas de confinamiento y restricciones sociales para mitigar la carga sobre los sistemas de salud han sido las principales responsables.

Hay una gran cantidad de estudios que demuestran la vinculación entre las relaciones sociales y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Esto a menudo coexiste con las desigualdades sociales (por ejemplo, mala vivienda, bajos ingresos, acceso a la atención médica, entre otros).

 

Aislamiento social y la insuficiencia cardiaca

Un estudio publicado en European Heart Journal en febrero de 2022 se diseñó para valorar la asociación entre la calidad de las relaciones sociales y el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca. Los autores midieron las relaciones sociales encuestando a los participantes del estudio. Se preguntó sobre la frecuencia de contacto con familiares, amigos u otros parientes, la satisfacción o calidad de estos momentos de contacto social, el estado civil y si vivían solos.

Participaron 3.700 hombres mayores en el Reino Unido, con edades entre 60 y 79 años, que no tenían insuficiencia cardíaca al inicio. De ellos, 338 (9,1%) desarrollaron insuficiencia cardíaca a lo largo de una mediana de seguimiento de 15,9 años. El principal hallazgo de este trabajo fue que las relaciones sociales estaban fuertemente asociadas con una mayor incidencia de insuficiencia cardíaca. Además, su asociación parecía independiente de la edad y los marcadores de privación social. Es decir, que fue independiente de la clase socioeconómica y de los factores de riesgo cardiovascular tradicionales.

Los resultados del estudio muestran un aumento del riesgo del 38% de desarrollar insuficiencia cardíaca en hombres socialmente aislados en comparación con los socialmente activos. Este porcentaje se obtuvo después de amplios ajustes para otras variables. Vivir solo y/o el estado civil no se asociaron significativamente con la incidencia de insuficiencia cardíaca.

Uno de los resultados que se deducen de este estudio es que el aislamiento social es incluso más frecuente que la diabetes en estos pacientes. Esto destaca aun más la importancia de este factor de riesgo de insuficiencia cardiaca. Por otro lado, se observa que el riesgo es mayor cuanto más aislamiento padece el paciente. Así, el riesgo iba siendo menor a medida que aumentan las relaciones sociales.

De este estudio se puede deducir que reduciendo el número de personas en aislamiento social se puede disminuir la incidencia de insuficiencia cardiaca. En este sentido, otro de los datos a tener en cuenta que se extraen del citado estudio es que uno de cada seis participantes vivía solo. Esto supone un número importante de personas, sobre las que habría que actuar para reducir su aislamiento, aumentando sus relaciones sociales. De esta forma se evitaría que terminen sufriendo insuficiencia cardiaca y empeore su esperanza de vida.

 

Conclusión

Se desconoce cuál es el mecanismo exacto por el que el aislamiento social conduce a la insuficiencia cardiaca. En este sentido podrían influir la depresión asociada al aislamiento, un autocuidado deficiente y el posible mal cumplimiento del tratamiento. Los resultados del citado estudio vienen a destacar lo importante que es apoyar socialmente a las personas mayores, evitando su aislamiento y aumentando sus contactos sociales.

Para ello es fundamental educar a la población para que no se olviden de sus abuelos, que no los dejen aislados, que se relacionen con ellos y les den contacto social. Asimismo, los gobernantes deberían promulgar leyes que permitan atender a las personas mayores que viven solas. Es recomendable favorecer las relaciones sociales de los ancianos y la compañía de otras personas.

Social isolation and susceptibility for developing heart failure: are we exchanging a global pandemic for a new crisis in the making?