La esperanza de vida y el pronóstico de la insuficiencia cardiaca dependen de diferentes factores. Principalmente, la edad del paciente, la causa de la insuficiencia y la presencia de otras enfermedades. La insuficiencia cardíaca es consecuencia de la imposibilidad del corazón de bombear suficiente sangre para compensar las necesidades metabólicas del organismo. En esta situación, el corazón no impulsa convenientemente la sangre hacia las arterias. Por ello, disminuye el flujo sanguíneo hacia los tejidos, mientras que se dificulta la entrada de sangre al corazón.
Las causas de la insuficiencia cardíaca son múltiples; pueden ser enfermedades del miocardio (músculo del corazón), de las válvulas del corazón, del pericardio (membrana que cubre el corazón) o de las arterias coronarias (arterias que salen de la aorta y llevan la sangre al miocardio), arritmias y cardiopatías congénitas. Además, hay una serie de factores que contribuyen a la insuficiencia cardíaca, como son la edad, el estilo de vida y el alcoholismo.
Los síntomas se deben al menor flujo de sangre a los órganos y tejidos, y a la congestión de la sangre al tener dificultad en el retorno al corazón. Los síntomas pueden ocurrir repentinamente, de manera que el paciente puede necesitar hospitalización inmediata. En otras ocasiones, los síntomas se desarrollan lentamente.
Los primeros síntomas de la insuficiencia cardiaca suelen ser consecuencia de la congestión de sangre en los órganos y tejidos. Así, cuando la sangre se estanca en el pulmón se produce edema pulmonar y el paciente tiene dificultad respiratoria y tos. La congestión en las extremidades inferiores da lugar a edema (acúmulo de líquido) fundamentalmente en las piernas y pies. La congestión en el abdomen da lugar a aumento del hígado, el bazo y a distensión abdominal por edema. Cuando disminuye el flujo de sangre hacia los tejidos, el paciente suele tener debilidad y mareo.
Pronóstico de la insuficiencia cardiaca
La insuficiencia cardiaca es un síndrome que puede ser causado por multitud de cardiopatías. Por ello, su pronóstico no es homogéneo y varía según la causa que la produce. Esto hace que sea difícil predecir la esperanza de vida de un paciente concreto.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en los países occidentales, y la insuficiencia cardiaca es una de ellas. Los pacientes con insuficiencia cardiaca suelen deteriorarse progresivamente hasta llegar a fallecer, aunque también pueden sufrir muerte súbita.
La insuficiencia cardiaca es más frecuente en las personas mayores, por lo que en su pronóstico también influyen las otras enfermedades que suelen tener los pacientes a estas edades. Los síntomas de la insuficiencia cardiaca empeoran la calidad de vida y provocan hospitalizaciones, que se van haciendo más frecuentes a medida que avanza la enfermedad y la edad del paciente.
La insuficiencia cardiaca sin tratamiento termina dando lugar a muy malas condiciones de vida y a un alto riesgo de muerte. Los pacientes que se cuidan, siguen un tratamiento correcto y reciben vigilancia periódica, tienen una calidad de vida significativamente mejor y una reducción manifiesta de la mortalidad.
Los modernos tratamientos para la insuficiencia cardiaca han permitido prolongar la supervivencia. Lo más habitual es que el paciente vaya empeorando progresivamente hasta fallecer. La rapidez con la que esto ocurre depende de la edad del paciente, del número de ingresos hospitalarios y de las otras enfermedades que padezca, como son la insuficiencia renal, la insuficiencia hepática o el antecedente de ictus.
Estadística
Es difícil predecir la esperanza de vida de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Existen calculadoras de riesgo, pero son poco exactas debido a la multitud de factores que influyen en el pronóstico. Sabemos que la esperanza de vida se va acortando si el paciente presenta empeoramiento de sus síntomas a pesar del tratamiento y, sobre todo, si ingresa en el hospital con frecuencia. El fallecimiento suele ocurrir cuando el paciente está hospitalizado.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) español, en 2020 fallecieron 19.358 personas por insuficiencia cardiaca, en 2021 fueron 20.173, mientras que en 2022 fallecieron 20.584 personas. En 2022, el número total de fallecimientos en España fue de 464.417, por lo que la mortalidad por insuficiencia cardiaca fue del 4,81%, lo que supuso que unos 56 españoles murieron cada día por insuficiencia cardiaca, una causa frecuente de muerte.
Según las estadísticas del INE, la mortalidad por insuficiencia cardiaca ha sido siempre superior en las mujeres que en los hombres. En 2022 fallecieron 12.409 mujeres por esta causa, frente a 8.175 hombres. Pero esta diferencia es debida a la mayor longevidad de la mujer, ya que, en las edades menores, la mortalidad es superior en el hombre. Así, en 2022, se produjeron 2.191 muertes por insuficiencia cardiaca en los hombres menores de 80 años, frente a 1.133 mujeres.
Conclusión
A pesar de las múltiples medidas terapéuticas introducidas en las últimas décadas, la mortalidad por insuficiencia cardiaca no se ha conseguido reducir, sobre todo debido al envejecimiento de la población y las enfermedades concomitantes. Se calcula que, como media aproximada, en un año fallecen por insuficiencia cardiaca el 10% de las personas diagnosticadas.
El pronóstico y esperanza de vida de los pacientes con insuficiencia cardiaca depende de ciertos factores, como son la edad, el sexo masculino, el tiempo de evolución de la enfermedad, la magnitud de los síntomas y la presencia de otras enfermedades, como diabetes, insuficiencia renal o enfermedad arterial importantes. Por ello, es imposible calcular con exactitud la esperanza de vida de estas personas. Según diversas estadísticas, la mortalidad por insuficiencia cardiaca puede ser del 25% al 40% a los 3-4 años.
En conclusión, la esperanza de vida será más corta, cuanta mayor edad tenga la persona, si los síntomas de la insuficiencia cardiaca son importantes y si tiene antecedente de infarto de miocardio, insuficiencia renal o insuficiencia hepática significativos. Sin embargo, la esperanza de vida será mayor si el paciente tiene pocos síntomas, no padece otras enfermedades relevantes, se encuentra físicamente bien, recibe un tratamiento correcto y sigue revisiones cardiológicas periódicas.