Las extrasístoles son estímulos eléctricos del corazón que se generan antes que el estímulo normal. Dan lugar a latidos adelantados (también se les denomina «complejos prematuros» o «ectopias»).
El estímulo eléctrico normal del corazón se origina en el nodo sinusal, el cual está en la parte alta de la aurícula derecha. Desde allí se extiende por las aurículas y pasa a los ventrículos atravesando el nodo aurículo-ventricular. Cuando una célula o grupo de células de la pared del corazón se descarga por sí sola o por efecto de algún estímulo externo, da lugar a un impulso eléctrico independiente del ritmo normal del corazón, produciendo la extrasístole.
El estímulo puede proceder de cualquier zona del corazón. Con más frecuencia de los ventrículos y las aurículas, menos a menudo de la unión aurículo-ventricular, y rara vez del nodo sinusal. Según el origen del estímulo, las extrasístoles (o ectopias) se suelen denominar como «supraventriculares» o «ventriculares». Las supraventriculares se producen cuando el estímulo se origina en la pared de las aurículas o en la unión aurículo-ventricular. Las supraventriculares se originan en la pared de los ventrículos.
¿Qué causa las extrasístoles?
Las extrasístoles surgen con frecuencia en corazones normales, sobre todo en personas mayores. Sin embargo, son habituales en caso de cardiopatía estructural (generalmente por hipertrofia, dilatación o isquemia del corazón). Pueden ser secundarias a cardiopatía hipertensiva, cardiopatía isquémica, miocardiopatías, valvulopatías, enfermedades del pericardio o cardiopatías congénitas.
Diversas situaciones pueden actuar como causas o desencadenantes de las extrasístoles. Así, se observan en momentos de estrés psicológico, tras alimentación copiosa o por la falta de sueño. También son causas el tratamiento con algunos medicamentos, la anestesia, el tabaco, el alcohol, la cafeína o las alteraciones de iones en suero, tales como el potasio, magnesio o calcio.
En ocasiones, ciertas enfermedades, como infecciones, procesos inflamatorios o la insuficiencia respiratoria, pueden ser causas del estímulo que desencadene las extrasístoles. Prácticamente todas las patologías que afectan al corazón pueden causarlas, como ocurre en caso de infección, inflamación o isquemia del miocardio.
Sin embargo, en la mayoría de las personas en las que encontramos extrasístoles no se logran determinar las causas de las mismas o el factor precipitante. Algunas personas, incluso, las notan cuando están en reposo, tranquilas y sin ningún factor que pueda haberlas causado.
Las extrasístoles ventriculares son a veces signo de una cardiopatía importante. Así, por ejemplo, son frecuentes después de un infarto de miocardio, sobre todo a primeras horas de la mañana. También son habituales en los pacientes con disfunción severa del ventrículo izquierdo.
¿Qué síntomas producen?
Las extrasístoles pueden producir diferentes síntomas. Muchas personas las presentan en algún momento del día, pero no suelen producir síntomas. Por ello, con frecuencia se descubren por casualidad. Cuando dan síntomas, son la causa más común de palpitaciones y pulso irregular, y los pacientes suelen referir palpitaciones, «vuelcos» del corazón, cambios del ritmo cardiaco o «paros» momentáneos del corazón.
Algunos pacientes refieren molestias en el tórax, en la zona del corazón o en el cuello. En los casos más severos, las extrasístoles pueden dar síntomas más importantes, principalmente en pacientes con enfermedades del corazón. Así, algunos refieren angina, mareo, dificultad respiratoria o manifestaciones de insuficiencia cardíaca.
¿Qué pronóstico tienen?
Las extrasístoles no producen síntomas ni complicaciones en la mayoría de los pacientes, y tienen un pronóstico muy bueno (el paciente vive igual que una persona normal). Sin embargo, pueden precipitar la aparición de taquicardias, supraventriculares o ventriculares.
En la mayoría de los casos, las extrasístoles no provocan arritmias y, cuando lo hacen, suelen ser salvas cortas de taquicardia, de unos pocos latidos o de pocos segundos de duración. En raras ocasiones son el inicio de taquicardias sostenidas. Las extrasístoles supraventriculares frecuentes aumentan la probabilidad de presentar fibrilación auricular, sobre todo en personas mayores.
Las extrasístoles pueden encontrarse a cualquier edad, desde niños hasta ancianos. En la mayoría de los casos se mantienen estables durante mucho tiempo, pero es habitual que aumenten en frecuencia con el envejecimiento. En general, las extrasístoles son de pronóstico benigno, ya que no suelen dar lugar a complicaciones y no se asocian a una mayor mortalidad.
¿Cómo se diagnostican?
El diagnóstico de las extrasístoles puede hacerse con el electrocardiograma, pero con frecuencia no se aprecian en un registro que solo dura unos segundos. Puede aumentarse la probabilidad de detectarlas haciendo un registro largo de electrocardiograma, aunque lo mejor es realizar un Holter (electrocardiograma de 24 horas).
El Holter es una prueba importante en el estudio diagnóstico. En él pueden apreciarse las extrasístoles que se producen durante el día y la noche, su frecuencia y su distribución a lo largo de las 24 horas. Además, el electrocardiograma y el Holter permiten también diagnosticar la presencia de anomalías eléctricas, como preexcitación, patrón de Brugada o un QT largo.
Toda persona que presente extrasístoles frecuentes debe ser sometida a un estudio diagnóstico para descartar la presencia de cardiopatía estructural. En concreto, debe realizársele un ecocardiograma, el cual permite diagnosticar las anomalías que suelen provocar las extrasístoles, como alteraciones en la contractilidad, dilatación de cavidades, hipertrofia ventricular o afectación valvular.
En las personas que no se encuentre alteración alguna en la estructura del corazón y no se hayan apreciado anomalías eléctricas en el electrocardiograma o en el Holter, no es necesario continuar con más estudios. Sin embargo, en personas con alguna alteración cardiaca se deben realizar las exploraciones pertinentes, como puede ser una prueba de esfuerzo e, incluso, un cateterismo cardiaco o estudio electrofisiológico.
¿Cuál es su tratamiento de las extrasístoles?
Las extrasístoles, generalmente, no requieren tratamiento con fármacos antiarrítmicos. Se recomienda evitar las sustancias excitantes o tóxicas, como café, té, tabaco, alcohol, bebidas con cafeína y cualquier tipo de droga. Así mismo, es conveniente seguir una dieta sana, practicar ejercicio físico suave, llevar una vida reglada y evitar las situaciones de estrés psicológico o nerviosismo.
Como remedio o tratamiento natural, se recomienda el espino blanco, que es cardiotónico y regulador del ritmo cardiaco. Sin embargo, cuando las extrasístoles son muy sintomáticas o cuando precipitan taquicardias, se recomienda tratamiento con un betabloqueante o un antagonista del calcio. En los casos muy sintomáticos, puede valorarse la ablación cuando se identifica el foco ectópico que origina las extrasístoles.
La importancia de las extrasístoles ventriculares depende de la presencia o ausencia de enfermedad cardiaca subyacente. Se consideran benignas si no existe una cardiopatía estructural de base. En tal caso, por lo general, no tienen impacto sobre la longevidad o en la limitación de la actividad física.
Habitualmente, para las extrasístoles ventriculares no se indica tratamiento con antiarrítmicos. Sin embargo, la cosa cambia cuando se producen en pacientes que padecen una cardiopatía importante, como los que han sufrido un infarto agudo de miocardio o tienen una miocardiopatía severa. En estos casos pueden presagiar el inicio de una arritmia grave. El riesgo es mayor cuando son muy frecuentes o si ocurren en salvas de tres o más.
A pesar de que las extrasístoles ventriculares tienen importancia pronóstica en pacientes con cardiopatía, en la mayoría de ellos no se indica tratamiento porque no hay antiarrítmicos verdaderamente efectivos y exentos de riesgo. Los betabloquentes pueden reducir su número y prevenir la aparición de arritmias severas. Pueden utilizarse con tranquilidad ya que están indicados en pacientes que han tenido un infarto de miocardio y en las miocardiopatías.
Los betabloqueantes suelen ser utilizados como primera línea de tratamiento. Si son ineficaces, la amiodarona puede ser efectiva, pero debido a sus efectos secundarios, debe reservarse para pacientes muy sintomáticos y los que tienen cardiopatía estructural. Para los pacientes con síntomas significativos, especialmente en casos con disminución de la función ventricular, la ablación con radiofrecuencia puede ser eficaz y mejorar el rendimiento cardíaco.
Conclusión
Las extrasístoles, sean supraventriculares o ventriculares, suelen ser de carácter benigno, no asociadas a cardiopatía ni a mal pronóstico. Por ello, no suelen recibir tratamiento con fármacos antiarrítmicos. Las extrasístoles tienen importancia cuando el paciente padece una cardiopatía, pues pueden dar lugar a arritmias más graves.
Sea como sea, las extrasístoles deben estudiarse siempre. Para ello, se recomienda realizar un electrocardiograma, ecocardiograma y Holter. Si se encuentran extrasístoles que no provocan taquicardia y no existe cardiopatía, el paciente debe quedarse tranquilo y no precisa medicación.
Si las extrasístoles producen síntomas, lo indicado es probar con un betabloqueante. Los individuos con cardiopatía pueden requerir tratamiento antiarrítmico, aunque en algunos es posible que no sea necesario. Los pacientes que presentan arritmias más importantes, deben recibir el tratamiento correspondiente. Para ello, el cardiólogo debe valorar cada caso e indicar el tratamiento antiarrítmico más correcto.
Clásicamente, se ha considerado que las personas con corazón estructuralmente normal, que únicamente presentan extrasístoles, tienen un buen pronóstico. Sin embargo, está demostrado que en algunas ocasiones las extrasístoles favorecen la aparición de complicaciones. En concreto, las extrasístoles supraventriculares frecuentes predisponen al desarrollo de fibrilación auricular, la cual es una arritmia que se asocia a un peor pronóstico.
Igualmente, las extrasístoles ventriculares se acompañan a veces de disfunción del ventrículo izquierdo, y se ha observado que la ablación en caso de extrasístoles ventriculares frecuentes se sigue de la mejoría de la función ventricular. Por ello, los pacientes con extrasístoles deben ser siempre estudiados y vigilados, aunque no presenten otras anomalías, con la intención de detectar problemas que obliguen a un tratamiento médico específico.