Miocardiopatía hipertrófica y ejercicio

Miocardiopatía hipertrófica, ejercicio y deporte

Deporte

Dados los riesgos de complicaciones es importante conocer la relación entre la miocardiopatía hipertrófica y ejercicio. El diagnóstico de la miocardiopatía hipertrófica se suele realizar mediante electrocardiograma y ecocardiograma, en los cuales se aprecian los signos de hipertrofia ventricular, sin que exista otra enfermedad cardiaca o sistémica que justifique la magnitud de la hipertrofia existente.

Los síntomas que con más frecuencia produce la miocardiopatía hipertrófica son la angina de pecho, la disnea y el mareo y/o síncope. La fibrilación auricular se observa hasta en un 20% de los pacientes, aunque generalmente después de los 30 años de edad. La muerte súbita es poco frecuente, aunque el ejercicio físico y el deporte, sobre todo de competición, aumentan el riesgo significativamente.

 

Riesgo de muerte súbita

El mayor desafío que un médico tiene ante un paciente con miocardiopatía hipertrófica es estimar su riesgo de muerte súbita. Se han descrito diferentes algoritmos de estratificación del riesgo de muerte súbita en estos pacientes, que han sido más o menos eficaces, pero nunca ofrecen una certeza absoluta.

La muerte súbita en la miocardiopatía hipertrófica es secundaria habitualmente a taquiarritmias ventriculares potencialmente letales (taquicardia ventricular / fibrilación ventricular). Generalmente ocurren cuando hay uno o más de los principales marcadores de riesgo de los citados algoritmos, aunque algunos pacientes mueren repentinamente sin haber presentado estos factores de riesgo.

En pacientes con miocardiopatía hipertrófica, la participación en deportes competitivos de alta intensidad puede favorecer la aparición de arritmias ventriculares severas y provocar la muerte súbita. Alguno de estos pacientes no presentan marcadores de riesgo, por lo que el ejercicio físico es un factor de riesgo por sí mismo. La causa exacta por la que se desencadenan estas arritmias no es conocida, pero parece que influyen el estrés durante el entrenamiento y, sobre todo, durante la competición, el aumento de catecolaminas y los cambios en la hidratación, el volumen sanguíneo y los electrolitos.

 

Riesgo en el deportista

Aunque los algoritmos de estratificación del riesgo en pacientes con miocardiopatía hipertrófica puede ser útiles en individuos que no practican deportes, no ocurre lo mismo con los atletas competitivos. Algunos de estos atletas presentan hipertrofia ventricular secundaria al entrenamiento, por lo que la estimación del riesgo basado en el grosor de la pared ventricular es difícil.

Dada la gran variabilidad de la miocardiopatía hipertrófica, habiendo casos de hipertrofia ventricular ligera y localizada hasta hipertrofia masiva, el diferente grado de manifestaciones y la posibilidad de muerte súbita sin marcadores de riesgo, la mayoría de autores están de acuerdo en que las recomendaciones sobre el deporte deben ser conservadoras y prudentes. Esto da lugar, inevitablemente, a la descalificación de algunos atletas con miocardiopatía hipertrófica de bajo riesgo de muerte súbita.

A pesar de lo comentado, las recomendaciones de las sociedades científicas no excluyen de la competición a todos los deportistas con miocardiopatía hipertrófica. Puede permitirse siempre que el grado de enfermedad no sea severo, no haya síntomas y el entrenamiento sea soportado correctamente. Por supuesto, el paciente tiene que estar completamente informado de los riesgos. La decisión debe tomarse en acuerdo entre el atleta, el médico y los organismos deportivos.

 

Estudios genéticos

Dado el cada vez más extenso uso de los estudios genéticos para detectar a los portadores de alguna de las mutaciones de la miocardiopatía hipertrófica, se plantea también la duda de la recomendación sobre el deporte en individuos con genética positiva pero sin hipertrofia ventricular detectable. Para el estudio de estos pacientes se recomienda la realización de una resonancia magnética si no hay datos de hipertrofia en el electrocardiograma y ecocardiograma, pues la resonancia permite detectar áreas localizadas de hipertrofia o cicatrices miocárdicas no visibles con las otras técnicas.

El riesgo de muerte súbita en los miembros de la familia con mutaciones genéticas de miocardiopatía hipertrófica, pero sin hipertrofia ventricular en la resonancia magnética, es extremadamente bajo y similar al riesgo en la población general de la misma edad sin enfermedad cardiaca. Por lo tanto, estos individuos pueden practicar ejercicio físico y deporte de competición sin limitación, aunque serán valorados periódicamente por si desarrollan hipertrofia ventricular.

 

Conclusión

En conclusión, dado todo lo comentado, no se recomienda la participación en competiciones deportivas ni la realización de ejercicio físico intenso a aquellos individuos con hipertrofia ventricular mayor de ligera, excepto en deportes en los que se realizan esfuerzos de baja intensidad. No debe indicarse medicación, cirugía ni implantación de marcapasos o desfibrilador con la intención de que estos pacientes puedan competir o realizar ejercicio físico de alta intensidad. Los individuos con alguna de las mutaciones genéticas de la miocardiopatía hipertrófica, pero que no presentan anomalías en ninguna de las pruebas, incluyendo la resonancia magnética, pueden participar libremente en los deportes competitivos de alta intensidad.