La posibilidad de realizar ejercicio físico y el grado de este en personas que padecen prolapso valvular mitral depende de la severidad de la valvulopatía. El prolapso valvular mitral cursa con insuficiencia mitral, es decir, que la sangre regurgita hacia la aurícula izquierda durante la sístole. La limitación física del paciente dependerá del grado de regurgitación mitral. El ejercicio físico y el deporte son posibles en personas con prolapso mitral, pero deben ser valoradas previamente por un cardiólogo.
Limitaciones
En general, las personas con insuficiencia mitral leve que no desarrollan síntomas con el ejercicio, pueden realizar una actividad física normal, incluyendo la práctica de deportes de competición. Cuando la regurgitación mitral es ligera, los pacientes con prolapso mitral se consideran como personas normales, sin limitaciones. Sin embargo, a medida que la insuficiencia mitral va aumentando con el tiempo, lo habitual es que vayan apareciendo síntomas al realizar ejercicios, sobre todo dificultad en la respiración y agotamiento físico. En tal caso, se recomienda ir limitando los esfuerzos a aquellos que no producen síntomas o éstos son ligeros.
Cuando el prolapso mitral produce insuficiencia mitral severa, el ejercicio debe limitarse significativamente y los deportes de competición deben prohibirse. En estos casos, el riesgo de complicaciones cardiovasculares durante el esfuerzo es muy alto. En tal situación, el paciente debe limitarse a realizar paseos diarios o, a lo sumo, ejercicios ligeros.
Los esfuerzos excesivos pueden conducir a arritmias, insuficiencia cardiaca e, incluso, muerte súbita. Cuando la insuficiencia mitral es moderada, la limitación física vendrá dada por los síntomas que presente el paciente. En tal caso, no se recomienda hacer sobreesfuerzos, y la intensidad de los ejercicios debe reducirse cuando aparecen los primeros síntomas de dificultad respiratoria o agotamiento.
Valoraciones médicas
Todos los pacientes con prolapso mitral deben ser valorados desde el punto de vista cardiovascular antes de iniciar la práctica deportiva. Lo ideal es realizar un estudio más o menos completo, con analítica, electrocardiograma, radiografía de tórax, ecocardiograma y prueba de esfuerzo. Los pacientes con insuficiencia mitral de leve a moderada que no refieren síntomas, no presentan arritmias, las cavidades cardiacas son de tamaño y función normales, la presión pulmonar es normal y la prueba de esfuerzo no muestra alteraciones, pueden practicar ejercicio físico libremente, incluso de competición.
Sin embargo, estas personas deben someterse a un seguimiento periódico, mediante la realización de ecocardiograma y prueba de esfuerzo seriados, con la intención de detectar, sobre todo, alteraciones en el tamaño y función de las cavidades cardiacas, así como la aparición de arritmias o alteraciones electrocardiográficas durante el ejercicio.
Los pacientes con insuficiencia mitral severa o que presentan dilatación o hipertrofia de cavidades cardiacas, disfunción ventricular sistólica, arritmias o hipertensión pulmonar no deberían practicar deportes de competición. Además, los pacientes con fibrilación auricular deben estar anticoagulados, por lo que no deben practicar deportes de contacto o con mucho riesgo de traumatismos.
Programa de ejercicio
Todas las personas que van a practicar un deporte deben seguir un programa de ejercicio progresivo durante las primeras semanas, hasta que se consiga un nivel de entrenamiento adecuado. Los pacientes con insuficiencia mitral importante deben realizar ejercicios ligeros y lentamente progresivos.
Un esquema de inicio recomendado es el de programar la progresión del ejercicio en unas 24 semanas. Se recomienda comenzar con caminatas de 10 minutos, al menos 3 veces a la semana. Luego se va aumentando la duración de cada caminata en 2 minutos a la semana. Asimismo, cada semana debe aumentarse un día de caminata, de manera que a la quinta semana se hará el ejercicio a diario durante 20 minutos. Al final de las 24 semanas, las caminatas serán de 50 a 60 minutos todos los días.
Si el paciente no siente limitación física con la caminata, puede intentar hacer un mayor esfuerzo. Por ejemplo, caminar rápido o trotar, pero siempre con intensidad ligera y que no produzca agotamiento ni ningún otro síntoma importante. Debe controlarse siempre la frecuencia cardiaca durante el ejercicio. Se debe mantener inferior al 60% de la frecuencia máxima teórica (220 – edad) durante las primeras 12 semanas, y por debajo del 75% posteriormente. Al final del programa, el paciente deberá ser capaz de caminar o trotar de forma continua hasta 5 – 6 Km todos los días durante 50 – 60 minutos.
En los pacientes con insuficiencia mitral moderada y con menor limitación física, el programa anterior puede endurecerse, practicando un ejercicio más intenso, como correr, e incrementando su duración más rápidamente y haciendo un recorrido más largo, pero limitando la frecuencia cardiaca máxima a menos del 60% durante las primeras 8 semanas y por debajo del 75% posteriormente.
Sea cual sea el ejercicio que se realice y su intensidad, siempre deben evitarse los sobreesfuerzos y el agotamiento. Además, el ejercicio debe detenerse si aparece cualquier síntoma. En caso de cambios importantes en la frecuencia cardiaca o la presión arterial, así como ante la presentación de síntomas importantes, el programa debe suspenderse. Entonces el paciente será valorado por un cardiólogo y será sometido a una prueba de esfuerzo para evaluar la situación.