La cúrcuma o turmeric es uno de los productos naturales más ampliamente estudiados y con beneficios demostrados en un mayor número de enfermedades, y entre ellas, las cardiovasculares. Es una planta originaria del sur de Asia, sobre todo de China, India e Indonesia. Ha sido utilizada durante siglos como colorante y saborizante en diferentes tipos de salsas y alimentos.
Uso medicinal de la cúrcuma
Tradicionalmente, la cúrcuma o turmeric se ha empleado con fines médicos desde la antigüedad en países como la India y China. Se ha usado para el tratamiento de la ictericia y otras enfermedades del hígado, infecciones, inflamaciones y enfermedades de la boca.
Múltiples estudios de investigación han demostrado que la cúrcuma es una hierba medicinal con una amplia gama de actividades farmacológicas. Se le han observado efectos como antioxidante, antimicrobiano, antiinflamatorio, anticancerígeno, antitóxico y antiradiación.
La actividad farmacológica de la cúrcuma es debida a sus múltiples componentes bioactivos, pero se ha atribuido principalmente a los denominados curcuminoides. Estos son los que le dan el color amarillento a la cúrcuma y, de entre ellos, destaca la curcumina. El consumo habitual de extractos de cúrcuma disminuye la probabilidad de desarrollar enfermedad arterial.
Efectos cardiovasculares
Los extractos de cúrcuma y los curcuminoides han demostrado ser efectivos en la prevención y tratamiento de múltiples patologías cardiovasculares. El efecto más destacado de la cúrcuma es su poder antioxidante, lo que lo hace un producto natural útil en la prevención cardiovascular.
La curcumina, y los curcuminoides en general, inhiben la acción de diferentes sustancias oxidativas en el organismo y aumentan la actividad de diversas enzimas antioxidantes. Además, contribuyen a la eliminación de los radicales libres, reduciendo así el efecto tóxico de los mismos sobre la pared arterial. Estas acciones antioxidantes contribuyen a la prevención y reducción de las lesiones ateroscleróticas de las arterias.
El efecto antiinflamatorio de la cúrcuma también es útil en la prevención cardiovascular. El estrés oxidativo conduce a inflamación crónica, lo que favorece el desarrollo de las placas de ateroma. Diferentes sustancias que circulan en la sangre actúan como mediadores de la inflamación. Los curcuminoides reducen el estrés oxidativo e inhiben a los mediadores inflamatorios, previniendo así la formación de ateromas.
Estudios con cúrcuma o turmeric también han demostrado que puede inhibir la proliferación de las células musculares lisas de la pared arterial, previniendo así la formación y crecimiento de las placas de ateroma. Asimismo, los curcuminoides poseen propiedades antitrombóticas, ya que inhiben la agregación plaquetaria, por lo que pueden prevenir el infarto de miocardio y el ictus. Además, su efecto antiinflamatorio y antioxidante contribuye a contrarrestar el daño sobre el tejido producido por el infarto de miocardio y la reperfusión.
Efectos sobre los factores de riesgo
Los curcuminoides reducen los ácidos grasos, el colesterol LDL y los triglicéridos de la sangre, y aumentan el HDL, lo que contribuye a su efecto antiaterosclerótico. Los curcuminoides no solo reducen la LDL, sino que también bloquean su oxidación, con lo que se inhibe la formación de LDL oxidada, que es la forma que produce más lesión arterial. Varios estudios realizados en humanos han demostrado que los curcuminoides mejoran el perfil de las grasas en la sangre tanto en diabéticos como en no diabéticos.
Los curcuminoides también tienen efectos beneficiosos sobre distintos mediadores vasoactivos circulantes, aumentando algunas sustancias vasodilatadoras y disminuyendo las vasoconstrictoras, lo que permite reducir la presión arterial, por lo que la cúrcuma es útil en el tratamiento de la hipertensión arterial.
Los curcuminoides también tienen propiedades antidiabéticas, ayudando al control de la glucosa en sangre y previniendo el desarrollo de las lesiones arteriales causadas por la diabetes. El consumo de cúrcuma disminuye la glucosa y la hemoglobina glicosilada en sangre, aumenta los niveles de insulina y activa el metabolismo hepático de la glucosa. Por otro lado, los curcuminoides reducen los mediadores inflamatorios que aumentan la resistencia a la insulina, lo que contribuye a la mejor regulación de la glucosa en sangre.
Por último, los curcuminoides disminuyen los depósitos de grasa corporal, por lo que son útiles en el tratamiento de la obesidad, contrarrestando así otro factor de riesgo cardiovascular. La cúrcuma reduce las células grasas del tejido graso y bloquea la liberación de citokinas proinflamatorias por parte de las mismas. El efecto de los curcuminoides sobre las grasas, la diabetes, la obesidad y la hipertensión puede ser útil en el tratamiento del síndrome metabólico.