Los sistemas sanitarios deben tener muy en cuenta la importancia de la calidad de vida. El objetivo principal de las medidas preventivas de la sanidad es conseguir que las personas vivan más y con mejor calidad. Para ello, promueven programas de mejora de la salud y de reducción de las enfermedades.
Los sistemas sanitarios dan consejos sobre medidas preventivas para que podamos vivir más tiempo libres de enfermedad. La Organización Mundial de la Salud define como salud al estado de bienestar físico, psíquico y social. Sin embargo, no se ha definido claramente en qué consiste una óptima calidad de vida.
Calidad de vida
Los estudios médicos se enfocan, generalmente, a conocer la enfermedad y mortalidad. Pero, la calidad de vida también es importante, pues no solo se refiere a las sensaciones del paciente, sino que influye en su pronóstico.
Si preguntamos a la gente cuánto y cómo desea vivir, obtenemos muchas respuestas. Desde «lo que Dios quiera» hasta «mientras esté bien». Pero, ¿qué se considera estar bien? Está claro que no podemos definir este concepto de forma generalizada, pues varía con cada persona. Es preciso, por lo tanto, considerar la opinión de cada uno, lo que cada persona considera «estar bien».
El estado de salud referido por el paciente, en cuanto a sus síntomas y situación funcional, es la cuestión básica. En ello debe centrarse la medición de la calidad de vida.
Diferentes estudios han demostrado que la sensación de calidad de vida referida por las personas se asocia con la enfermedad y la mortalidad. Es decir, las personas que se sienten peor tienen más complicaciones, más ingresos hospitalarios y mayor mortalidad. Es necesario, por lo tanto, instaurar un sistema de evaluación del estado de salud en el que la impresión del propio paciente sea importante a la hora de valorar su calidad de vida.
Evaluación de la calidad de vida
Si una persona se siente mal, acudirá más a la atención médica y tendrá más complicaciones, con el consecuente gasto sanitario. Es necesario investigar más en este sentido. El estado de salud de una persona incluye sus síntomas, su situación funcional y su calidad de vida relacionada con la salud.
En primer lugar, hay que considerar los síntomas que tiene la persona por sus enfermedades y por efectos secundarios de los tratamientos. En segundo lugar, el estado funcional se refiere a su situación física, emocional y social. Por último, la calidad de vida relacionada con la salud se refiere a la discrepancia entre el estado real y el deseado.
Hay diversos métodos diagnósticos para valorar los síntomas y la situación funcional de un paciente. Sin embargo, dado lo comentado, un componente importante para evaluar su estado de salud es a través de su propia percepción. Y esto varía con cada persona.
Dos pacientes con resultados similares en cuanto a las pruebas diagnósticas tienen diferentes estados de salud si valoramos la percepción que cada uno tiene sobre su situación. Y esto influye en el pronóstico, que es peor para la persona que percibe peor su estado de salud. Sin embargo, lo habitual es que el médico las considere a las dos por igual.
Encuestas de salud
En la consulta no se suele emplear ningún sistema de evaluación de la percepción de salud del propio paciente. Es necesario, por lo tanto, desarrollar un método estandarizado de valoración global del paciente, que incluya como factor importante su propia percepción de salud, además de las correspondientes pruebas diagnósticas.
Aunque no son muy conocidas, se han desarrollado diferentes encuestas para evaluar el estado de salud percibido por el paciente, y han sido validadas en múltiples estudios. Con estas encuestas se ha demostrado que la percepción del paciente sobre su estado de salud se relaciona con el pronóstico, en cuanto a calidad y cantidad de vida. Sin embargo, no se suelen utilizar. Y lo que es peor, los sistemas sanitarios no las suelen promocionar, a pesar de que se ha demostrado que son útiles para valorar el pronóstico del paciente y, por lo tanto, para orientar las medidas preventivas y limitar el gasto sanitario.
Por ello, se hace necesario potenciar el uso de estas encuestas en las consultas médicas. Posteriormente, se deberán desarrollar estudios sobre la efectividad de las mismas en la consecución de mejores resultados en la salud de los pacientes y en su pronóstico, además de sobre los costes económicos.
Factores de calidad de vida
En el estado de salud percibido por el paciente influyen diferentes factores, como son la edad, el sexo, el componente psicológico y la situación económica. Es frecuente que las personas mayores muestren mejor calidad de vida después de un infarto de miocardio e, incluso, tras una cirugía cardíaca que los más jóvenes. Por ello, las actitudes terapéuticas no deben limitarse por la edad del paciente; es necesario considerar las otras enfermedades que padezca y su grado de fragilidad.
En cuanto al sexo, las mujeres con cardiopatía presentan peor estado de salud que los hombres, incluyendo la situación tras una intervención cardíaca. Este hecho se observa incluso después de ajustar para la mayor incidencia de depresión y de menor soporte social en la mujer.
La situación psicológica del paciente, básicamente el grado de ansiedad y depresión, empeoran su estado de salud y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, se hace necesario desarrollar estrategias terapéuticas eficaces frente a la depresión y la ansiedad, lo que permitirá mejorar el estado de salud del paciente y su pronóstico.
Por último, la situación socioeconómica también influye sobre el estado de salud de la persona, de manera que se encuentran peor las que tienen menor nivel económico.
Conclusión
En conclusión, el estado de salud percibido por el paciente es un factor importante a tener en cuenta a la hora de valorar su pronóstico. La sensación de un mal estado de salud se asocia a más complicaciones cardiovasculares y mayor gasto sanitario.
Por ello, se debe considerar importante la inclusión en las consultas médicas de las encuestas sobre el estado de salud de los pacientes. Esto permitirá aplicar tratamientos y medidas preventivas que, en teoría, llevarán a mejorar el pronóstico de la población y a reducir el gasto sanitario.